Una hectárea de cítricos captura 250 toneladas anuales de CO2, lo que equivale a las emisiones de unos 200 automóviles, según los estudios realizados por la Conselleria de Agricultura.
Esto significa que las 180.000 hectáreas que ocupan la citricultura de la Comunitat Valenciana inmovilizan cada año 45 millones de toneladas de CO2, cantidad equivalente a 36 millones de coches, más de los que hay en España.
La Conselleria de Agricultura ha iniciado una campaña para destacar y poner en valor el papel ecológico de la agricultura, explicando a la ciudadanía y a las instituciones responsables del cuidado del medio ambiente y de las normas parasu protección, que los cultivos agrarios ejercen también como importantes frenos contra la polución atmosférica.
La campaña ha empezado con los cítricos, la principal producción agraria valenciana, que supone, en términos económicos, el 50% de todo el sector agrario y el primer cultivo del regadío de la Comunitat. Después seguirán ofreciéndose los datos de captura de CO2 en otras producciones, lo que representará sin duda cifras de conjunto muy relevantes, que hasta el momento no se tenían en cuenta.
En los últimos años se ha insistido mucho, desde diversas instancias, en destacar factores contaminantes de las actividades agrícolas y ganaderas, que sin duda existen. Ahora, en cambio, a la vez que se están corrigiendo problemas reales de contaminación (reducción de nitratos en las aguas, minoración de lixiviados por vertidos de estiércol, menos empleo de pesticidas, prácticas de cultivo contra la erosión, etc.), se ahonda en las ventajas incuestionables que están ejerciendo los campos cultivados para el conjunto de la sociedad: proporcionan alimentos, dan empleo, componen paisajes bellos y, encima, son importantes sumideros de CO2, cuyas emisiones, por parte de las industrias y el parque automovilístico, representan una de las principales preocupaciones ciudadanas en estos momentos.
La huella del carbono

Con frecuencia se ofrecen datos sobre el CO2 que capturan los bosques, lo cual es importantísimo, naturalmente, pero no se había dicho nada respecto a lo que ocurría en las plantaciones de frutales, que también son bosques y con una actividad de fotosíntesis (la que captura el CO2 atmosférico para sintetizar materia orgánica que se fija en los tejidos vegetales) muy superior an muchos casos a las arboledas silvestres. Estas últimas, en climas secos o semiáridos, ya hacen bastante con resistir la dureza de los meses de verano, con poca o nula humedad en el suelo. En cambio, las áreas cultivadas, y especialmente las que se riegan, como los cítricos, se mantienen a pleno rendimiento durante todo el año, ya que, además, son de hoja perenne.
La campaña de la conselleria se entronca en un proyecto más ambicioso aún que tiene por objetivo marcar la denominada ‘huella de carbono’ en los cultivos agrícolas valencianos.
La ‘huella de carbono’ es un concepto moderno que está convirtiéndose en im portante arma comercial Se entiende por tal la cantidad de CO2 emitido en la elaboración y el transporte de un producto. En Gran Bretaña y Alemania, los consumidores ya esgrimen su preferencia por los alimentos obtenidos lo más cerca posible. Y en naranjas, clementinas y tantas otras frutas y hortalizas, las de la Comunitat Valenciana son las más próximas al resto de Europa, las que suman por tanto menor huella de carbono.

Fuente: Las Provincias. 04/07/2010 – 00:48 – VICENTE LLADRÓ